Ir al contenido principal

Buddhi

 


El ambiente se encontraba pobremente iluminado y era imposible no sentir nauseas con el olor penetrante y rancio del tabaco.  La maquinaria de última tecnología en ese contexto, mezclada con restos de comida y cajas de chop suey instantáneo daba esa indescriptible sensación de pesadumbre que se tiene al comprobar que el progreso y la decadencia muchas veces se dan la mano de manera siniestra.

—  Esto va a llevar a la humanidad entera a un nivel superior —  Dijo Dante, con los ojos tan abiertos que parecían que se iban a saltar de sus cuencas — Es el comienzo de una nueva era.

El Dr. Dante Edgerton, para el asombro de muchos, aunque no para mí, seguía consiguiendo presupuesto para sus estrafalarias investigaciones. De alguna forma había logrado que sus inversores obviaran sus excentricidades y se focalizaran en su genialidad, que era indudable.

Dante tenía un aspecto que podría haber aterrorizado a alguien que no lo conociera lo suficiente. Además de su evidente pobre higiene personal, se encontraba en un estado de frenesí propio de quien intenta expresar algo demasiado grande y significativo. Algo para lo que el elemental lenguaje verbal cae abatido y pide a gritos ser acompañado de expresiones grandilocuentes y una danza corporal propia de estados convulsos.

—  No sé si me entusiasma particularmente la idea —  Dije, con cautela. Nunca había visto al Dr. tan exaltado, por lo que debía medir muy bien mis palabras.

—  ¿Pero vos no te la pasas escribiendo sobre filosofía? ¡Esto va a hacer realidad tus sueños más húmedos!

 —  Escribo sobre soteriología, Dante. Aunque estoy seguro que no estas interesado en esos detalles. Explícamelo nuevamente, por favor, porque sigo sin entender.

—  Tenemos toda la noche. Necesitaba que vos seas el primero en verlo, estoy seguro que va a encantarte. Este casco extraño que tengo en mis manos y ves conectado a esta batería de ordenadores permite mapear todas tus conexiones neuronales y temporalizarlas.

—  Es increíble – Dije, asombrado.

—  Tu capacidad de asombro por nimiedades me deprime más que una manada de pingüinos empetrolados. Escucha atentamente, que la novedad no está ahí, eso puedo hacerlo hace años. Lo que he logrado recientemente es suprimir y modificar conexiones neuronales a una escala nunca vista. Literalmente puedo suprimir sucesos pasados y reemplazarlos por otros.

—  ¿Estás hablando de intervenir el cerebro de una persona a nivel neuronal? – Dije  sin poder disimular un gesto de desagrado.

—  Estoy hablando de mejorar a una persona. No estoy hablando de una mejora superficial, física y perecedera. Estoy hablando de la propia esencia de lo que una persona es.

Sabes muy bien que la vida me pareció siempre demasiado… Irreversible. Sé muy bien que es un tema que te aqueja tanto como a mí. La irreversibilidad del tiempo es algo desesperante contra lo que no se puede luchar, pero si podemos cambiar el impacto que tiene sobre nuestra mente. La consciencia es un sumidero incontrolable de vivencias, como una esponja infinita que no puede ser estrujada. El hombre del futuro no puede permitirse tal arbitrariedad y falta de control.

Puedo imaginarme a las vivencias como ladrillos de una construcción. Pero estos no se ponen ordenadamente y encastrados de forma óptima sino que se van acumulando y apilando de forma desordenada y caótica construyendo un castillo infernal de prejuicios, fobias y sesgos cognitivos. Le estoy dando al hombre la oportunidad de construir la más bella edificación posible y que desde la ventana de la torre más alta mire al futuro con ese orgullo y seguridad que solo puede darle la sabiduría de un pasado virtuoso.

—  Un pasado irreal, querrás decir. Un castillo de fantasía que se derrumbaría como un castillo de naipes a la primera ventisca.

—  Por favor, no me vengas con esa filosofía barata— Dijo Dante encolerizado. Sabes muy bien que las huellas de la consciencia son el principal limitador del hombre. Pedir disculpas no hace desaparecer un hecho ni perdonar borra por completo las llagas de un dolor. Estoy hablando de desterrar de una vez y para siempre el condicionamiento y el prejuicio.

Si lleno la conciencia de basura esta se quedara allí apestando para siempre. Elegir que vivir, elegir que experimentar, elegir que ver, elegir que aprender, elegir que creer. Estamos hechos de elecciones, pero la espada de Damocles de la irreversibilidad nos mantiene atormentados.

Una vez me contaste que el hombre debe vivir como si quisiera repetir su vida una y otra vez infinitamente. Nadie quisiera repetir un pasado desdichado ¡No seas hipócrita! Mi invento hace posible la absurda teoría del eterno retorno que tanto te gusta. Transformé la cuerda sobre el abismo de la que hablaba Nietzsche en un ascensor con un sillón de asiento de pana.

 —  ¿Es que no ves cual es el error en eso? Proponer la reversibilidad del impacto de nuestras acciones nos desfigura y desconecta de la realidad. Le quitaste al eterno retorno toda su intensidad vitalista y su poder significador. Es ahora una teoría estéril.

La teoría es poderosa en su significado prescriptivo. Todo es irreversible y vamos a vivirlo una y otra vez, por lo que uno no tiene más remedio que resignificar su pasado con sus gozos y penas, sus flores y sus fangos. Además de ser un arma poderosísima para dotar de sustancialidad al presente. ¿Qué mejor razón que tener como faro esa teoría para vivir conforme a tu esencia? Ese sendero pasado es el único posible para tener como resultado la persona que sos hoy. La versión más acabada y perfecta posible de vos mismo.

Con este invento estas quitando toda posibilidad de aprendizaje y conocimiento de tu verdadera esencia que se nutre de tu relación con el mundo y esa aleatoriedad de vivencias que estas modificando.

—  Bueno, ya que hablas de conocimiento —  Dijo, más pausadamente — Sos un hombre de ciencia, como yo. Sé que te debe perseguir la idea de la imposibilidad de desaprender. ¿O no? Si fuimos creados por un Dios, que perverso y siniestro debe ser éste para quitarnos la posibilidad de desaprender. Cada conocimiento que adquirimos modifica sustancialmente la perspectiva y forma de abordar al siguiente, es una trampa mortal.

—  Una buena razón para seleccionar muy bien aquello sobre lo que vuelcas tu consciencia. ¿No te parece? La irreversibilidad del conocimiento le da significancia y sentido. Cada instante debe ser preciado, cada conocimiento debe ser valorado, porque sus huellas no van a poder ser borradas, nunca más. No hay mayor incentivo que ese para volcar el esfuerzo intelectual sobre algo que valga verdaderamente la pena y no perdernos en un mar de estímulos insustanciales.

—  Solo te escucho vanagloriarte de tu falta de control. Lo que te propongo es tomar las riendas y derrotar al caos. ¿Sabes cómo decidí llamar a mi invento? Buddhi. Me parece el nombre perfecto. Él es el cochero que maneja las riendas de los indomables caballos de este carruaje en el que nos tocó viajar, querido amigo. Logré la forma de dominar al cochero y no necesite de tu soteriología para eso.

—  Yo lo llamaría Apasmara, mejor — Dije, riéndome de mi propio chiste — ¿De qué conocimiento hablas? Hay quién diría que el verdadero conocimiento no es academicista sino que es un trabajo de comprensión interna de esas conexiones que estas adulterando artificialmente. Además, si reemplazas con un botón la ardua tarea de desenmarañar los sesgos cognitivos, el conocimiento pierde una de sus finalidades más preciadas ya que el modo de destruir la ignorancia es el constante discernimiento.

La discusión discurrió como el agua de un océano, por momentos calmada y bella, por momentos con olas destructoras de varios metros de altura. Pero como toda ola, tarde o temprano termina desapareciendo en la misma masa de agua que le dio origen. De más está decir, que no llegamos a un acuerdo, pero me llevé la promesa de al menos demorar la presentación del invento. Como ya era tarde, prometimos continuar con el debate al otro día, con la cabeza más despierta, por lo que me acosté en un sillón que había en una de las oficinas.

Desperté en mi casa, con un leve dolor de cabeza. Nunca había tenido un sueño tan vívido. Comencé a reír solo en mi cama, estaba claro que me estaba atormentando tanto con mis dudas existenciales que de alguna forma mi inconsciente estaba intentando mostrarme que tal vez haya una salida rápida a mis dolores ontológicos. Me prometí a mí mismo acostarme leyendo alguna lectura más liviana la próxima vez.

Pero de repente un olor hizo que todo cobrara un significado diferente, como la alarma de un despertador que te arrastra cruelmente contra tu voluntad hacia la vigilia. Mi ropa olía a tabaco rancio y desagradable.

Tan desagradable como la falta de ética del Dr. Dante Edgerton.

La ira se apoderó de mí y tomé el teléfono para llamar a su laboratorio en donde me dijeron que no estaba. Se había ido a reunirse con sus inversores para presentar su más reciente invento.

Corté la llamada abatido, pero en un instante que pareció una eternidad, pude sentir en mi boca el gusto del café que había tomado el día anterior, pude recordar como la luz del ocaso se filtraba por las cortinas del laboratorio mientras hablábamos con Dante. También pude reconocer la sensación exacta de mi piel sobre la tela del sillón en el cual me dormí y el pensamiento de desagrado que me invadió al ver la mancha de humedad sobre el techo antes de dormirme. Lentamente volví a sonreír, ahora con cierta malicia. El invento no funcionaba.


Nihilist

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mentiras y Verdades

Mientras el sol se asomaba tímidamente y comenzaba a iluminar el rígido concreto de una esquina céntrica, uno de sus rayos impertinentes se filtró entre los aun fríos edificios, iluminando el rostro arrugado de un vagabundo que despertaba lentamente de su letargo. Un abogado que caminaba con paso resuelto se paró en la misma esquina en donde se encontraba el vagabundo. El abogado, esperando para poder cruzar la calle, fue alcanzado por el mismo rayo de sol que iluminó al mendigo, pero no lo advirtió por estar usando lentes negros. Al ver al vagabundo en el suelo, resuelve dejarle en su sombrero deteriorado, un arrugado billete de dos pesos que encontró en su bolsillo. - Gracias, ¿no? – Dijo el abogado luego de algunos segundos. - ¿Cómo? – Preguntó el vagabundo sorprendido. - Estaba esperando que usted me agradeciera. - ¿Por qué debo darle las gracias? De hecho creo que es usted quién debe darme las gracias a mí por haber aceptado su mugroso billete. - Usted es un desagradecido

Ídolos

Existen algunas personas, que por alguna extraña razón irradian una brillante luz que actúa como faro para otras personas con corazones menos valientes. La actitud de estos, frente a ellos es en extremo egoísta. Al ídolo se le exige mucho sin brindarle nada a cambio, el ídolo debe guiar sin nunca desviar el camino y, por sobre todas las cosas, tiene la obligación de brindar soluciones rápidas y asertivas. Seria necio no afirmar que estas personas tienen una cualidad intrínseca especial, auque su origen esta directamente sometido a la masa conciente que los rodea. ¿Por qué razón la sociedad genera y glorifica ídolos a cada instante? El hecho real es que, estos ídolos, son un confortable colchón de seguridad, especialmente para algunos espíritus que, abrumados por las vertiginosas pulsaciones de la sociedad contemporánea, no se sienten capaces de tomar decisiones. Por otro lado, no hay nada más placentero y reconfortante que delegar el mando, deslindar mis responsab

Pasado

Nosotros, los hombres, así como todo lo que los rodea somos presas del tiempo. El tiempo, ese ente que lo envuelve todo y transforma cada instante transcurrido en una huella marcada sobre un pasado imborrable pero que a su vez nos permite trascender hacia instantes de un futuro porvenir. Todo fluye, todo se encuentra en cambio permanente y nada permanece estable gracias al tiempo.  El hombre existe en un tiempo y en una sociedad, sus actos solo tienen sentido en relación con otros hombres y en un determinado tiempo. Su existencia precede a su esencia, el hombre existe y luego es. Sobre el tiempo construye su esencia y mientras el existe la única limitación a su libertad es aquella a la que el mismo le confiere algún significado por lo que es tan ilimitada como este desee que ella fuera.  Al vivir en sociedad la mirada del otro es una presencia constante y condicionante por lo que se podría decir que vivimos siendo juzgados continuamente. ¿Pero que es lo que juzga la mirada del otro? E

Exceso de Conciencia

El ser concientes de nuestra conciencia nos hace únicos. Ningún otro ser sobre la tierra tiene esa capacidad, ese dón.  Todos los hechos en la vida del hombre giran en torno del mismo eje, su centro de gravedad y su bien mas preciado. Tan importante resulta para el hombre ese hecho que en muchos casos se convierte en un débil subordinado, dependiente en extremo y esclavo de su conciencia.  El hombre moderno adolece de un exceso de conciencia, una enfermedad que se esparce a ritmos cada vez mas elevados. Todo debe ser pensado, cada acción, cada paso, cada sensación, cada olor, incluso el amor. Todo debe pasar por esa maquina transformadora.  El aire que respira el hombre enfermo es denso y oscuro, es un aire viciado de embriagante predictibilidad. A donde quiera que mire, su sendero esta escrito, todo es plano y agobiante, nada puede ser cambiado, nada se transforma y todo permanece. Las distracciones al costado del camino no hacen más que hundirlo en una depresión galopante. No le es

Ordo ab chao

Orden, perfección y belleza son conceptos que muy a menudo se encuentran asociados en la conciencia del hombre. La idea occidental de un mundo perfecto requiere necesariamente del orden y la previsibilidad. El hecho que orden, perfección y belleza se encuentren asociados es una injusticia lingüística flagrante contra el caos y su belleza evidente. ¿Existe alguien que no vea belleza en el caos cromático de un bosque otoñal? El caos y la imperfección es lo que reina en el mundo real y si no podemos colocar nuestro concepto de belleza en la realidad, lo colocamos fuera de ella, en oposición a ella, con consecuencias más que obvias. Estamos olvidando también que el caos no solo es parte imprescindible y constitutiva de la realidad sino que también es vital y necesario. La realidad no podría nunca ser perfecta porque la perfección no admite ningún progreso posible. El orden y la perfección tienen una sola mirada, una sola manera de existir ya que son la mejor de entre todas las posib

Contrapunto

El contrapunto, como técnica de composición musical, desde su desarrollo en la edad media hasta hoy en día fue creciendo en influencia de tal forma que hoy no concebiríamos la música sin el contrapunto o las variantes que surgieron de él. El éxito de la técnica es evidente al lograr un equilibrio armónico entre líneas musicales aparentemente independientes que por sí solas no podrían lograr esa estructura musical superior. En cierto modo, el arte de la discusión entre personas puede verse como un experimento contrapuntístico de la retórica en donde se confrontan argumentos diferentes en búsqueda de algo superior. Las líneas de pensamientos diferentes pero pendientes una de otra de forma de reaccionar en consecuencia se solapan, cruzan, chocan y convergen para luego volver a separarse en una danza dialéctica que puede dar lugar a debates filosóficos tan hermosos como la mejor obra de Bach. A este tipo de discusión podríamos llamarla “ Discusión Dialéctica ” y no busca un argume

Potencialidad

No soy el ser que fui, el pasado me pertenece pero no me determina. No existe la posibilidad de que el ser que fui me represente completamente ya que la forma en la que actué y las decisiones que tomé estuvieron envueltas e influenciadas por una realidad que ya no es. Es cierto que los hechos del pasado sientan una base que puede condicionar mi actuar presente, pero también es cierto que cada instante es en sí mismo un renacer y que los hechos del pasado me determinan solo en la medida en que lo permita. No soy el ser que quiero ser aún, los proyectos y las distintas posibilidades que me invaden me dibujan múltiples senderos hacia una realidad que todavía no es. Mi conciencia es un animal insaciable que se alimenta de posibilidades y vive constantemente tendiendo cuerdas sobre el abismo que me separa de un futuro que siempre será irremediablemente incierto. Está claro que no soy el ser que fui, ni tampoco soy aún el ser que quiero ser. Soy solo un destello en la temporalidad del ser,

La Sociedad de los Bibliotecarios

Salió de su casa con el mismo desgano de los días anteriores y al mirar hacia arriba sonrió al sentir cierta reciprocidad en la climatología. El cielo se encontraba de un color grisáceo verdoso dando la impresión de una pintura vieja y enmohecida, casi se podía oler la podredumbre en el aire. No sabía bien a donde iba ni por qué, pero el papel con la dirección que tenía en la mano tal vez era lo más cercano a un propósito por el cual levantarse de la cama ese día, por lo que estaba realmente agradecido por eso .  El recuerdo de cómo llegó ese papel a sus manos se le presentaba borroso y con un dejo de irrealidad. Una persona a la cual nunca había visto en su vida, se presentaba misteriosamente en uno de sus momentos más tristes con una caja pequeña que contenía algunas pertenecías de su padre recién fallecido y remarcándole una recomendación. – Si vas, hazlo solo y no hables con nadie. Tu padre fue muy terminante en este punto. Dado que la dirección no estaba muy lejos de

Contraste

Se podría decir que el hombre es un ser de contraste. El contraste es el alimento espiritual que lo moviliza y a la vez un traductor vital del mundo que lo rodea. El sufrimiento es uno de los más grandes movilizadores del hombre, no hay nada que afecte tan profundamente sus fibras más íntimas y lo haga reaccionar como su sufrimiento o el sufrimiento de otro ser. Toda movilización persigue un objetivo, ¿Cuál es el objetivo de la reacción provocada por el sufrimiento? El gozo, la ausencia total de sufrimiento. El hombre entiende el gozo solo en contraposición al dolor, no hay disfrute más grande que el que viene luego de un momento de gran sufrimiento. El contraste es un estimulante de un poder increíble utilizado ampliamente en las obras artísticas y una de las bases fundamentales de las tragedias griegas. El dolor es algo que se siente claramente, pero, ¿Se puede sentir la ausencia de dolor? No existe un gran gozo sin haber experimentado antes una gran pena porque lo sentimos solo

Individualidad

Muchas veces me he descubierto mirando, abstraído, como van y vienen las personas en algún lugar público.  Aunque era conciente de que para mi no significaban más que entes sin rostro, igualmente no podía dejar de pensar en ellas. Siempre me impresionó ver su andar, como llevan su pecho inflado, como cobijando y protegiendo con recelo aquel preciado tesoro llamado individualidad.  Muchas veces me pregunte, si esa gente ignora su situación, ese sentimiento devastador que se apodera de uno al mismo instante de su gestación, esa horrible certeza de que no somos más que espuma en este inmenso mar de gente. Impresiona el cínico destino que nos deparo la vida. Esta vida, que al mismo tiempo de dotarnos de esa ilimitada sed natural de individualizarlos, nos coloca cual fútil grano de arena en un desierto plagado de almas con el mismo objetivo.  Resulta razonable que si cada conciencia es única e irrepetible, el anhelo de sentirse único y especial va a ser una constante en la naturaleza del ho