El hombre necesita de la abstracción tanto como del agua que bebe o el aire que respira. En realidad no conoce otra forma de razonar que no utilice dos herramientas básicas; Abstracción y contraste. Toma las características que percibe y las contrasta, agrupando a los elementos reales en abstracciones imaginarias. De esta forma tiene la capacidad única, y hasta ahora inigualable por ningún otro ser vivo, de construir a partir del más firme sustrato real un volátil mundo de ideas.
Del manzano nace un fruto llamado manzana. Esta fruta que tomo con mis manos y que saboreo en mi boca es tan real como el árbol que la generó. Lo que no es real es la “manzana” en sí, que es la idea que abarca a todos los frutos de todos los manzanos sobre la tierra. Cuando pienso en una manzana rápidamente vienen a mi mente características de forma, color, sabor, olor, etc. Dentro del concepto abstracto el hombre incluye un conjunto de características y fija límites aceptables al concepto. Si un manzano tuviera frutos cuadrados, el hombre, al verlos por primera vez, no lo catalogaría como “manzana” ya que su cambio de forma sobrepasa el límite del concepto para producir un salto cualitativo en su mundo de ideas.
El hombre piensa y transforma el mundo a cada instante. Existen tantos conceptos de una misma cosa como almas hay en el mundo. Si bien todos los hombres coinciden en mayor o menor medida en cómo tiene que ser una manzana, existen, como en todo pensamiento subjetivo, ligeras diferencias.
¿Qué ocurre cuando el hombre se piensa a si mismo? ¿Qué ocurre con los conceptos que nos incluyen como genero? En estos casos y en las sociedades contemporáneas, las ligeras diferencias de las que hablábamos en el caso de la manzana, tienen una importancia mucho mayor y una gran influencia sobre el comportamiento del hombre ya sea individualmente o en sociedad.
¿Qué significa humano? ¿Qué es un comportamiento humano? Todas las sociedades tienen sus conceptos abstractos propios sobre el hombre y sus actividades. Se establecen los conceptos sobre el bien y el mal, las acciones aceptadas y las reprochables, los usos y costumbres, etc. La humanidad intenta universalizar estos conceptos subjetivos con el fin de reglamentar la sociedad por medio de dos líneas de acción principales que cuentan con un arsenal de armas de persuasión. El Estado con su derecho y la religión con su doctrina.
Al universalizar un concepto que tiene su raíz más profunda en un proceso individual e independiente, como es el caso de los conceptos del hombre y sus actividades, se genera un alejamiento irreconciliable entre el concepto y el sustrato que le dio origen. ¿Qué hombre sobre la faz de la tierra ha conseguido al menos acercarse un poco al ideal que tiene la humanidad sobre si misma? Se considera como inhumano todo aquello que no es valorable en el hombre pero, debido a un concepto tan elevado de las virtudes que este posee o debería poseer, se genera una sociedad atestada de inhumanos.
El problema reside en que solo vemos la claridad en el concepto del género y seleccionamos los mejores ladrillos para levantar nuestro hermoso castillo conceptual. Por ejemplo, el cristianismo elabora su concepto del hombre a partir de Cristo. De esta forma, el modelo a seguir y el parámetro de medición para todos los mortales sobre la tierra es un individuo que por definición es sobrehumano. ¿Cómo no habríamos de ser en extremo inhumanos al compararnos con un concepto tan inverosímil de hombre?
No se debe intentar imponerle al hombre como debe pensarse a sí mismo. La consecuencia de este hecho sobre la sociedad es devastador, todos estamos en deuda, todos somos imperfectos, todos somos pecadores y nadie es lo suficientemente humano.
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